Friday, May 15, 2009

"El Pecado de Madera" Edher Espejel



Torpe y descalabradamente se recluía en la densa obscuridad del bosque. El hombre de la cara destrozada por angustia y agonía sentía cierto alivio al quedar tapiado en la boca de la noche y al sentir como su sombra se diluía en la negrura del escondrijo. Libre de toda mirada juzgante y de todo índice acusador, mas sin embargo, fiel preso del chirrido de su consciencia; lo que más lo desgarraba y lo que no podía apaciguar. Detrás del árbol donde se hallaba colapsado por su inconsolable desasosiego, surge de un cúmulo de hojas secas un largo paño negro e imponente; tal como si se hubiera cuajado el aire y una mano incorpórea pellizcado la nata azabache. Conforme este va descendiendo, lentamente va adquiriendo una forma humana y sigilosamente se aproxima al hombre de cara destrozada.

“Los gajes y desventajas de estar enrollado en ese pellejo perecedero son muchos. ¿No estas de acuerdo?”

“¡Calla! Sea quien seas no me importa lo que tengas que decir. ¡Aléjate!” le replica con una voz entrecortada por sollozos sin levantar la mirada.

“Vaya mordida rabiosa a la mano que tan solo te ofrece alimento. Pero apuesto a que te causa menos satisfacción el ensangrentarme con diente afilado que el poder astillarme. Que bella época aquella, una y otra vez girábamos alrededor del sol, mas sin embargo, eso jamás se reflejaba en tu semblante. Serenamente podías flotar en el agua, ahora el plomo dentro de tu cabeza no te permite ni pararte. Pero porque osas por dejarme como un anónimo eco en tu existencia, o mejor dicho, en tu vida, dirige tu mirada aunque sea fugaz hacia mi dirección y permíteme la entrada a tu campo visual.”

“¡Ya te dije que no me importa…!” El hombre de cara destrozada se detuvo abruptamente al registrar lo que estaba en su presencia.

“Ya veo que mi centellante presencia ha eclipsado tus pupilas. Guarda tu vértigo para tus verdugos, yo tan sólo pretendo convertirme en tu sirviente. Deja de actuar como forastero a mi rostro ya que sé que en más de una boca me has de haber escuchado nombrar. Mucho gusto en conocerte, me llamo el Devorador de Pecados.”

“¿Cómo… es posible?”

“Hombre, deja las preguntas insensatas para las almas en pena. Eso es precisamente lo que de ti no concuerda. Tu justificación por tu ferviente deseo por pellejo siempre caerá sin peso sobre mis oídos. Naciste en un vientre terrenal, alimentado por la inmundicia de los acompañantes de tu entorno. Cualquier ser con semejante itinerario como el tuyo se encontraría libre de todo pecado y sería canonizado, mas tú quisiste acobijar tu corazón con un manto de cuero.

“¿Y tú cómo sabes tanto de mí? ¿Cómo sabes por lo que estoy pasando?”

“Digamos que el chirrido de un sabandijilla muy allegado a tus pensamientos supo como persuadirme.” Al momento de revelar este suceso un pequeño grillo encontró hogar en la áspera y pálida mano del Devorador de Pecados.

“¡Fuiste tú! …Lo que quiere decir que… ¡Estuviste presente! Lo has visto todo. ¡Malditos sean, malditos sean todos! Y más aun, maldito sea yo. Ustedes no entenderían, nadie entendería, simplemente fui víctima de las circunstancias. Fui tan sólo una piedra arrastrada por el colérico flujo del río de las circunstancias, erosionado y forjado por su áspero y rocoso sedimento en la punta de lanza que me he convertido. Se que en algún momento quise esta piel desgastada y vulnerable que me cubre ahora, se que quise ser como los demás, sin embargo, ahora me doy cuenta que tan sólo era una rabieta infantil. Fue su culpa, por haberme dejado tomar tal decisión a tan temprana edad. Yo que iba a saber de que tan fácilmente se pudre la piel, aún más rápido que la madera. De que tan fugazmente se pudre y se pervierte el alma al volverse adulto. No, él no me informó nada de esto. ¡Él no me advirtió!”

Después de escupir esas últimas palabras biliosas, el agudo y oxidado chirrido del grillo fue incesante y enloquecedor. Más allá del penetrante chillido, el hombre de la cara destrozada parecía entender lo que el pequeño insecto vehemente trataba de comunicar.

“¡Si es cierto, yo lo maté, yo lo maté! ¡Maté a mi creador, mate a mi padre! Ahí tienes mi confesión. Ahora deshazte de esta agobiante pena. ¡Hazlo ya!”

“Dejemos el teatro sin audiencia para los actores mediocres y mejor emprendamos el ritual” Ansiosamente anuncia el Devorador de Pecados.

De entre sombras de terciopelo e incertidumbre extrae dos trozos de pan con sus alargados y lívidos dedos. Los empuña y los presiona firmemente contra la frente del hombre de la cara destrozada. Conforme el Devorador de Pecados recita sus conjuros los trozos de pan empiezan a adquirir un tono negro y una textura ulcerada. Tenían la apariencia de dos pulgares desfigurados por sífilis que habían sido chamuscados por el hielo en sus venas. Bruscamente los retira de su semblante y se los lleva a la boca.

“Ya he removido la espina en tu alma. ¡Ahora márchate!”

“Pero…entonces, ¿cómo te lo voy a pagar?”

“Muy pronto lo sabrás. Te mandaré pesadillas mensajeras cuando te solicite. ¡Ahora márchate Pinocho!”

Pinocho se puso de pie inmediatamente con cara fresca y revivida y se dio a la fuga con grillo en mano. Mientras tanto, el Devorador de Pecados entra en un estupor y como estatua de un régimen vencido, se deja caer en un cúmulo de hojas secas donde se desvanece.


Edher Espejel

1 comment:

  1. HOLA ALAN, SOY JANET MUY PROFUNDO ME GUSTO DESPIERTAS ESOS SENTIMIENTOS, LA ESCENA DE NO DEJAR CADA DETALLE ESA MIRA Y VISION DE DELEITE ALREDEDOR DE CADA ASUCESO, COHERENCIA,REDACCION ETC.DEVORADOR DE PECADOS ME GUSTO CUANDO ESCRIBISTE "DEJA DE ACTUAR COMO FORASTERO A MI ROSTRO" Y "MAS TU QUIZISTE ACOBIJAR TU CORAZON CON UN MANTO DE CUERO;Y EN QUE NECESITAS CUANDO ESTAS INSPIRADO DE ESTA MANERA PORQUE DEJAME DECIRTE QUE ES DIFICIL, Y PORQUE ESCOGER ESTA IMAGEN?

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